Una visita a Port Aventura: cinco mundos por descubrir
En el municipio catalán de Salou se halla Port Aventura, el segundo parque temático de Europa por extensión y número de visitantes. Cinco culturas diferentes -reproducidas hasta el detalle- ofrecen atracciones de vértigo y coloridos espectáculos para que pequeños y mayores se lo pasen en grande
Sobre un antiguo campo de oliveros y algarrobos en la provincia de Tarragona se construyó en 1995 "Port Aventura", entonces el segundo parque de atracciones de Europa por extensión y número de visitantes. Desde su inauguración y en los dos primeros años pasaron por este complejo de ocio único en España más de siete millones de personas.
El parque, que ocupa una superficie de 116 hectáreas, combina las atracciones mecánicas con una amplia oferta de tiendas, restaurantes y espectáculos en vivo que hacen las delicias de niños, jóvenes y mayores.
Según una encuesta de la propia organización, el 98 por ciento de los visitantes declara sentirse "satisfecho" o "muy satisfecho" de su paso por el parque y piensa volver.
Ambientación minuciosa
Los 1.200 kilómetros que hay entre Vigo y Salou, la localidad más cercana a este parque temático, se quedan cortos a la hora de disfrutar de su amplia oferta de ocio. Una de las mayores virtudes de Port Aventura estriba en la división por áreas culturales en las que la ambientación se ha cuidado hasta el mínimo detalle.
El parque cuenta con cinco sectores que reproducen fielmente los edificios, el vestuario, la comida, los comercios y la vegetación que caracterizan a otras tantas culturas: Mediterránea, Polinesia, China, México y Far West. En cada una de estas áreas, todos los elementos de ambientación -desde la música hasta los souvenirs- consiguen atrapar al visitante y hacerle sentir, de acuerdo con la filosofía del parque, "protagonista de su propia aventura".
MEDITERRÁNIA
La reproducción de un típico pueblo de la costa catalana abre el recorrido por el parque. Una torre de vigilancia construida con material de cantería gallega, la "Placa Major" que incluye elementos de arte románico, las masías características de la cultura agraria mediterránea, una Rambla con suelo de piedra y puente medieval.., son las primeras vistas del recién llegado. La música popular y el olor a mar y vegetación costera envuelven al visitante, que dispone en este área de tres restaurantes especializados en gastronomía catalana, dos tiendas y varios grupos de animación callejera.
En Mediterránia se concentran los dos medios de transporte a través de los cuales se puede recorrer el parque. Desde el embarcadero parten las naves hacia China, al otro lado del lago. Y la Estació del Nord comunica con Penitence, la ciudad sin ley del Lejano Oeste.
POLYNESIA
Humedad, palmeras y maoríes. Los restos del naufragio se entremezclan con la cultura de las islas Fidji, Hawai, Samoa o Nueva Guinea, con chozas, cascadas, torrentes y volcanes en erupción.
Mientras unos disfrutan de las danzas y los alohas representados por actores nativos, tatuados al modo indígena, otros rememoran ancestrales ceremonias religiosas deslizándose cascada abajo a bordo del Tutuki Splash o sienten el vertiginoso balanceo de las canoas. Las tiendas con productos de los Mares del Sur y el jardín tropical, considerado uno de los mejores de Europa y en el que habitan aves exóticas, completan la ambientación.
CHINA
Las milenarias puertas pintadas de rojo, el color de la suerte, abren el paso a la tierra del Emperador. Aquí encontramos la atracción estrella de Port Aventura, visible desde cualquier punto del parque y en varios kilómetros a la redonda: el Dragon Khan.
Se trata de la única montaña rusa del mundo con 8 loopings a través de los cuales uno se ve, literalmente, con la cabeza en el suelo. En la entrada, un cartel desaconseja la atracción a personas con problemas cardiacos. Hay que armarse de valentía para aguantar el descenso a 110 kilómetros por hora, los giros, las vueltas, las vertiginosas acrobacias... Algunos salen temblando.
En compensación, China también ofrece propuestas relajadas. Cabe disfrutar del espectáculo de acrobacia que se desarrolla en el Teatro Imperial, realizado por los mejores especialistas del mundo. O comprar sedas y porcelanas en el Lotus Palace. O comer rollitos de primavera en alguno de los restaurantes orientales. Los niños disponen de un área a su medida: un mundo de dragones, globos y cometas para jugar a sus anchas.
MÉXICO
Tal y como la encontraron los arqueólogos -que aún hoy intentan descifrar los jeroglíficos mayas-, nos adentramos en la península del Yucatán. A un lado, pirámides y tumbas evocan la cultura precolombina. Al otro, La Hacienda que representa el pasado colonial. En medio de estelas y esculturas, puede surgir la sorpresa: aquí un marido despechado jura venganza ante un corrillo de turistas; allá suenan, de repente, las rancheras y se danzan los bailes típicos.
Todo es grande en México. La Cantina, el mayor restaurante de Port Aventura, tiene capacidad para que mil comensales degustan chile picante, burritos y frijoles al son de los mariachis. Y en el Gran Templo, varias veces al día un ballet recorre las danzas tradicionales de la tierra de Jalisco. En La Serpiente Emplumada, en el Trono de Pacal o en el Diablo-Tren de la Mina habrá oportunidad de sentir emociones fuertes, riesgo y meneo. ¡México lindo!
FAR WEST
Y cruzando la frontera llegamos al área más extensa del parque, la destartalada ciudad de Penitence, en el salvaje oeste. Pistoleros, mineros, juerguistas, cowboys y emigrantes habitan en este pueblo donde nadie quiere ser el sheriff.
La tierra es árida y seca en el desierto de Texas. Junto a la mina, unos troncos atraviesan el cañón a gran velocidad, mientras desde el puente se disparan ráfagas de agua. Toda la familia puede disfrutar de la emoción del rafting en los rápidos.
El poblado, donde cada día se celebra a ritmo de country el 4 de julio, reproduce con lujo de detalles el clásico hotel, el saloon donde bellas chicas bailan el can-can, la cárcel, la escuela y la estación del tren... Desde allí, si los bandoleros nos lo permiten, podremos volver a Mediterránia.
En el Far West hay atracciones aparentemente inofensivas, como los "búfalos de choque", y otras que quitan el aliento. Entre éstas destaca una que compite en espectacularidad y emoción con el mismísimo Dragon Khan: la primera montaña rusa construida íntegramente en madera, Stampida.
A lo largo de interminables minutos y a velocidad constante, dos vagonetas luchan entre sí por llegar cuanto antes a la meta. La sensación es trepidante desde la primera bajada: el cuerpo se somete a una fuerza de gravedad equivalente a caer desde un décimo piso. La cara de susto -o de alegría- queda siempre inmortalizada a través de unas cámaras que recogen fotografías de todos los pasajeros.
Para reponer fuerzas, nada mejor que acudir a uno de los cinco restaurantes de esta área temática. Pizzas, ensaladas, hamburguesas, carne a la barbacoa, costillas a la brasa...; el vaquero encontrará suculentos platos para después ir de compras o sacarse una foto de época. Lo que uno quiera.
Complemento al "sol y playa"
Para disfrutar de Port Aventura en toda su plenitud no basta con un día. Hay descuentos para acceder al recinto durante dos y tres días, e incluso una tarifa nocturna (hasta la medianoche) durante el verano. De ahí que muchas familias elijan la Costa Dorada, marco de este recinto de atracciones, para sus vacaciones.
El parque se convierte así en un complemento perfecto al turismo de sol y playa que ofrece esta zona de Cataluña, un país que se muestra tan hospitalario como generoso. Desde la primavera hasta el otoño, el clima se caracteriza por los días largos y soleados, con una temperatura media de 17ºC.
A lo largo de sus 212 kilómetros de costa, de aguas tranquilas y muy aptas para los deportes náuticos, se encuentran once puertos deportivos con unas excelentes infraestructuras. Al caer la noche, el ambiente cálido se traslada a las discotecas. Predominan las pistas de baile, aunque también existen locales donde combinar las copas y el rock.
Quien prefiera recorrer las rutas culturales encuentra dos: la del Císter y la romana, con centro en la antigua e imperial Tarraco. Muy cerca se encuentra la Sierra del Montsant, campos de golf y balnearios. En total, la Costa Dorada ofrece casi trescientos establecimientos hoteleros y 175.000 apartamentos.
A todo ello se añade el atractivo de la gastronomía catalana, nutritiva y exquisita, que combina hábilmente productos de la tierra y del mar.
Reportaje publicado originalmente en FARO DOMINGO (FV) el 18 de mayo de 1997