'Momento de parar', manifiesto de César Manrique (1985)

'Momento de parar', manifiesto de César Manrique (1985)
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Alcanzar la meta de la utopía es conseguir lo imposible. La utopía puede ser una realidad cuando el alma se manifiesta volcándose con entusiasmo de salto-récord para conseguir esa singularidad de la creación. La plenitud de saber dar esa conjunción armónica, solamente alcanzada por la inteligencia de un instinto intuitivo que ni el hombre mismo puede controlar a través de esa aparente lógica establecida, es lo que puede satisfacer plenamente la capacidad de crear.

Por profecía del destino, en la isla de Lanzarote se logró el milagro de la utopía. El pueblo de Lanzarote ha conseguido por primera vez en su historia un sentido general de conceptos estéticos, por sus ejemplares obras realizadas. Su insólita naturaleza, a través de un nuevo sentido estético, ha podido lograrse por un nuevo concepto del Arte con profundo sentido didáctico. Así ha llegado, por ese entendimiento antropológico de una general visión, a la aceptación plena del cuidado de la belleza, de su arquitectura y de sus espacios.

En otro nivel, los lanzaroteños han entrado en algo que nunca se han atrevido a utilizar: la fuerza de la autodeterminación y solidaridad, al empezar a darse cuenta de la destrucción de su armonía, de su medio y de su identidad. Lo que realmente no se puede creer es que, después de haberse conseguido en la isla de Lanzarote el milagro de la unidad armónica, y de ese nuevo concepto Naturaleza-Arte, no se haya comprendido en absoluto y sin la más mínima visión de futuro, lo que podría haber sido su brillante porvenir.

De haberlo entendido, podríamos haber dado un ejemplo a nivel mundial con orgullo y una riqueza permanente, y no se daría el suicidio que estamos provocando, por un torpe egoísmo sin límites. Lo verdaderamente dramático es que después de los esfuerzos y trabajos realizados con un desbordante entusiasmo de amor y entendimiento de la enorme belleza escondida y sin catalogar de nuestra vulcanología, para elevarla al más alto nivel, surjan ahora una serie de “personajes” con el solo propósito de explotar ese prestigio conseguido por nuestro pueblo, sin importarles en absoluto la ruina de la isla, exterminando, en el más mínimo tiempo, el legado de centenares de milenios de evolución vulcanológica y geológica.

La pregunta: ¿Quiénes son los responsables? Creemos que cualquier gobierno tiene la obligación de cuidar el espacio que nos sirve para el desarrollo de nuestras vidas, de la educación y cultura, de nuestras riquezas y, sobre todo, de la “permanencia de esa riqueza”.

Siempre estamos oyendo disculpas, inconvenientes, aprobaciones anteriores, leyes caducas y un sinfín de aparentes tropiezos que parecen imposibles de corregir, con tal de no parar esa barbaridad que se nos echa encima. Todo se puede corregir.

Depende del entusiasmo, de tener una verdad en las manos y una valiente y honrada decisión. El único inconveniente, y eso ya lo sabe todo el mundo, es cuestión de compra y venta.

¿Tendríamos esperanza? ¿Podremos salvar ya lo que nos queda? ¿Es cuestión de visión inteligente? Creo que el caso no puede ser más evidente, descarado y elemental para darse cuenta de que ha llegado el momento de PARAR.

por César Manrique


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