Nómadas digitales (I): una etnografía virtual
Introducción
Abordo aquí un fenómeno fundamentalmente urbano que alude a aquellos profesionales que optan por desvincularse de una localización geográfica fija para desarrollar su trabajo de forma móvil y conectada a través de Internet. El/la "nómada digital" prefiere los entornos urbanos -grandes ciudades y destinos turísticos- por la necesidad de disponer tanto de infraestructuras tecnológicas (aeropuertos, conexiones de banda ancha...), como de una masa crítica de usuarios de plataformas colaborativas (espacios de coworking, alojamientos o transporte compartido). No obstante algunos sujetos auto-categorizados como "nómada digital" buscan también acomodo temporal en zonas rurales o aisladas, siempre que mantengan la posibilidad de comunicarse a través de la Red.
Programadores, diseñadores gráficos, escritores, profesionales freelance e impulsores de start-ups -entre otros perfiles relacionados con la llamada sociedad del conocimiento- están optando por "migrar" voluntariamente, aprovechando los vuelos de bajo coste y las tecnologías de la información 2.0. Desde sus lugares de origen, por lo general en Europa occidental y Norteamérica, viajan a múltiples regiones internacionales (Sudeste asiático, Latinoamérica, África, Europa del Este...), de manera itinerante y con el único requisito de que allí donde vayan, dispongan de acceso a Internet. Se desplazan a título de turistas, lo que les permite residir en un país extranjero hasta tres meses sin tener que dar explicaciones acerca de su actividad laboral, ni tramitar complejos visados.
Al residir por semanas o meses en ciudades de países menos desarrollados, los ingresos que obtienen por su trabajo remoto multiplican su valor relativo. Ganan además tiempo libre para vivir experiencias únicas en lugares distantes que se tornan próximos. Amplían sus conexiones personales y profesionales en entornos menos formalizados que los despachos metropolitanos, y con más posibilidades que la estrechez de su propio hogar.
Los agentes implicados en el "nomadismo digital" asocian este estilo de vida con ideales como la libertad, la independencia, la productividad y la creatividad. "Convertirte en dueño de tu propio destino" suele situarse como el principal beneficio de esta alternativa personal que aportaría una sensación de "plenitud". La mayor parte de quienes se definen como "nómadas digitales" consideran haberse incorporado a una tendencia inexorable en el sistema económico global y que, por voluntad o por necesidad, en las próximas décadas el trabajo remoto en desplazamiento, vía Internet, será más habitual que el sedentario.
Ahora bien, ¿es esta imagen del fenómeno adecuada a la realidad de la que parten sus protagonistas? ¿Cuál es el "otro lado" del nómada digital, los obstáculos y frustraciones que deben afrontar? ¿Es su narrativa un mito postmoderno, o en verdad una liberación vital propiciada por las nuevas tecnologías? ¿Cómo encajan estos sujetos en el contexto económico y político heredado de la sociedad capitalista industrial? ¿Cómo compaginan la soledad de su independencia profesional, con la necesidad humana de formar parte de un grupo? ¿Qué consecuencias depara semejante "estilo de vida" en las relaciones familiares, sociales y laborales que construyen?
La exploración de estas cuestiones se aborda en las siguientes páginas desde una perspectiva histórica, teórica y práctica. Tras una introducción sobre el método utilizado de investigación etnográfica en Internet, abordaré la definición emic de "nómada digital" producida por medios de comunicación y sitios web, en particular aquellos especializados en el trabajo freelance. En segundo término revisaré la literatura académica en busca de conceptos adecuados para acercarnos a la cuestión desde una perspectiva relacional y reflexiva. Por último analizaré las prácticas, representaciones e identificaciones de los autodenominados "nómadas digitales" a través de una comunidad virtual. Los datos surgen de la webnografía realizada entre los meses de marzo y junio de 2015 sobre Nomadlist, una plataforma electrónica desarrollada por varios de estos agentes y que incluye sitios web, foros de debate y una plataforma de chat.
Metodología
La investigación realizada aprovecha los recursos que brinda la etnografía virtual, es decir mediada por nuevas tecnologías de comunicación e Internet. Díaz de Rada (2008) reflexiona sobre las condiciones de la investigación etnográfica en el campo virtual, y advierte sobre el "riesgo de fascinación con las ideologías tecnológicas". Por un lado el globalismo, esto es, pensar que la mediación computacional iguala a todos los usuarios, allá donde se encuentren y sean cuales sean sus circunstancias; por otro, el error de contemplar la red como "una ciberburbuja aislada de cualquier otra forma de vida ordinaria". En este sentido, las comunicaciones registradas en Internet deben interpretarse como prácticas cotidianas de los agentes en los que lo online/offline trascurre con separaciones y vinculaciones particulares.
Christine Hine (2002) llama a distinguir el estudio de Internet como cultura y como artefacto cultural. La primera perspectiva permite contemplar las comunidades virtuales como "agregaciones sociales que emergen de Internet cuando suficientes personas se mantienen en una discusión pública (...) como para establecer redes de relaciones en el ciberespacio". Si el etnógrafo se introduce ahí "puede construirse a sí mismo como un actor que necesita tener experiencias similares a la de sus informantes". El investigador aprende el lenguaje, las normas, identifica las jerarquías del grupo; llega de este modo a entender sus modos de representación y temas de interés. Por otra parte realiza un ejercicio de reflexividad sobre su propio papel en el campo.
La autora advierte que la narrativa de la "comunidad virtual" es una entre otras posibles en los entornos tecnológicamente mediados. Una segunda perspectiva supone considerar Internet como un artefacto construido a través del discurso. Un objeto que se manifiesta en varias formas (páginas web, foros, emails, tweets, chats, vídeos...) cuyas capacidades son desarrolladas por grupos heterogéneos "en un proceso de negociaciones e interpretaciones en el contexto específico". Es decir, Hine entiende que las herramientas que brinda Internet son producidas y adaptadas socialmente, a través de prácticas concretas que son las que confieren sentido al objeto. Tanto el emisor de los contenidos como su audiencia participan juntos -interactivamente- en la construcción del artefacto tecnológico.
"La visión de una web en tanto modo de representación de su autor (...) debería ser capaz de incorporar el reconocimiento del contexto de producción de la página y de las web entre las cuales se integra". (Hine, 2002, p.39)
Dicho de otro modo, un estudio antropológico en la red ha de compaginar el análisis de elementos online y offline. Las prácticas sociotecnológicas comprenden tanto las características intrínsecas de los artefactos como la experiencia, la práctica, los discursos que los producen y significan y que, a la vez, cobran significados diversos y cambiantes a partir de ellos. Unas determinadas circunstancias sociales (offline) explican el uso de los recursos de Internet; y de ese uso (online) emergen nuevos espacios sociales.
Entonces, ¿cómo hacer investigación antropológica en línea? Ardévol et al. (2003) presentan un ejemplo de etnografía virtualizada que parte de la observación participante y se amplía con la entrevista semiestructurada. Al realizar su estudio sobre las relaciones de género en espacios de chat, advierten que la mediación tecnológica "exige un proceso reflexivo y de construcción de identidad en línea" del propio investigador. De ahí surgen los objetos de análisis: el chat permite conocer las dinámicas grupales, y la entrevista se centra más en las percepciones emic de los sujetos.
"Al igual que en la etnografía de a pie... nuestra identidad en línea se nos iba revelando en las acciones que emprendíamos y nuestra subjetividad también se reconstruía y modificaba durante el trabajo de campo" (op.cit. 2003, p. 8)
Recursos teóricos
La producción etnográfica debe estar siempre guiada por un contexto teórico. En mi acercamiento a los "nómadas digitales", la observación participante de sus prácticas en línea desveló una serie de temas recurrentes. Movilidad, conexión, localización e identidad constituyen aspectos definitorios del fenómeno, por lo que indagué en algunas aportaciones académicas al respecto.
MOVILIDAD
El profesor de Comunicación Joshua Meyrowitz sostiene en un estudio de 2003 que la globalización y la comunicación inalámbrica nos están retrotrayendo a la forma más temprana de asociación humana: la caza y recolección como nómadas "en la sabana digital". Las tareas se efectúan con computadoras portátiles o teléfonos móviles "en ningún lugar concreto y realizando los mismos movimientos de cuerpo, cabeza y manos". De este modo, advierte que la co-presencia física disminuye como determinante de las interacciones sociales. Las definiciones de situación son ahora "fluidas y cambiantes"; esto abre un horizonte cultural cuyos efectos no se vislumbran por la ausencia de "cambios dramáticos" en la apariencia de hogares, oficinas y ciudades. El giro propiciado por la tecnología en los sentidos de localidad afectaría no obstante a la identidad, al tiempo, a los valores y las éticas compartidas.
El autor distingue dos niveles "de fusión y desintegración": por una parte el nivel macro, donde el mundo es más homogéneo; por otro el micro, donde los individuos experimentan más poder de elección, más variedad e idiosincrasias. "La tendencia -añade- es hacia la integración de miembros de un grupo en una esfera común de opciones de experiencia". Meyrowitz enlaza estas ideas con su concepto de glocalidades, "lugares únicos en lo viejo y lo nuevo, pero también influenciados por tendencias globales y una conciencia global". En este sentido, el nomadismo digital "crea posibilidades y oportunidades para la gente que quiere gobernarse a sí misma". Avisa no obstante del peligro de conectarse a cualquier lugar "como si fuera local [ya que] puede hacer perder el sentido amplio, el contexto geográfico e histórico". Finalmente llama a "usar nuestras tecnologías para realizar sus poderosos potenciales democratizadores".
Perspectivas tecnocentristas y tecnodeterministas como las de Meyrowitz sitúan a la tecnología como una especie de objeto externo que impacta en la sociedad impulsando de modo universal el cambio social. Otras como la de Michiel de Lange (2009), estudioso de la movilidad digital, los nuevos medios y el urbanismo, atienden más a las implicaciones políticas del equipamiento tecnológico: cómo la capacidad de conectarse a redes digitales no equipara a un jetsetter con un refugiado. También llama la atención sobre la a-historicidad de la metáfora del nómada, entendida "como un inicio y un retorno a un estado perdido de la humanidad".
De todos modos, esta polémica se refiere a una idea genérica, extensa, del nómada digital. Este artículo pone el foco en trabajadores que se atribuyen explícitamente la etiqueta "digital nomad" en base a unas características particulares de movilidad y conexión. Características que apuntan a una redefinición de anteriores formas de localización y temporalidades laborales, de separación entre espacio de trabajo y espacio de vida personal y que parecen dibujar lo que algunos autores (Lefévre, 1974) han llamado un "tercer espacio".
CONEXIÓN
Otra categoría central para abordar el fenómeno del "nómada digital" es su búsqueda constante de una fuente de conectividad: un acceso vía Ethernet, una red wifi o una tarjeta SIM que le permita entrar a Internet.
Winocur (2009) contempla la conexión como una estrategia simbólica de afirmación local. Sea una madre rastreando a sus hijos a través del teléfono móvil, un adolescente actualizando su perfil de Facebook o un emigrante indagando vía web en las noticias de su lugar de origen, todos ellos tratan de hacerse visibles, de controlar la incertidumbre, de no sentirse solos. Estar conectado se ha convertido para "la gente común y corriente" en una extensión del hogar, del trabajo o del lugar de encuentro con los amigos. Y dentro del ordenador, en el móvil, en discos duros, cargamos archivos que son
"...mucho más que bases de datos personales, lo que portamos es nuestra biografía organizada en archivos de vida, una memoria suplementaria con una capacidad infinitamente mayor de almacenar que nuestras frágiles memorias humanas" (p. 80)
Los dispositivos de hardware, con su capacidad de conectar, permiten al usuario estar siempre disponible, localizable y dispuesto a su trabajo. Como los aborígenes australianos Achispa, que portan un bastón totémico en sus desplazamientos para sentirse siempre "en el centro" de su universo, para el nómada digital, la conectividad de su ordenador portátil implica que un desplazamiento a miles de kilómetros no le aleja del entorno que da sentido a su vida; su trabajo, su familia, sus amigos, están a tan solo unos clics de distancia.
En este sentido, Rainee y Wellman (2012) han abordado los cambios producidos en las relaciones sociales por la capacidad de conexión de las nuevas tecnologías. Sostienen que a nivel personal, familiar y laboral se ha establecido un nuevo "sistema operativo" en el que ya no se constituyen grupos sino redes tupidas de individuos conectados.
LOCALIZACIÓN EN RED
En su estudio sobre la comunidad digital de mayores Senior.net y el juego de ordenador SimCity, Mizuko Ito (1999) analiza cómo la gente usa las redes cibernéticas como un instrumento para construir espacios alternativos a las localizaciones físicas. Internet genera "localidades en red" mediante formas de afiliación no geográficas. Los sitios web, por ejemplo, crean un lugar sobre el que se puede articular una comunidad intencional y "real".
"These are not imagined communities of affiliation, but actualized ones, localized communities founded and driven by the force of certain imaginings" (1999: 12)
La autora japonesa recuerda que las naciones se han construido históricamente en un territorio determinado sobre la fuerza de la retórica, con un discurso identitario. Por tanto, parece innecesario distinguir entre la localidad geográfica y la localidad "enredada", pues en ambos casos hay una producción dinámica que involucra elementos materiales y agentes que la construyen. Los medios digitales son tanto producidos por, como productores de relaciones sociales, apunta Ito.
Miller y Slater (2000) determinaron los modos en los que Internet forja un sentimiento de "hogar", a través de su etnografía sobre el uso de esta tecnología en Trinidad y Tobago. Una de las dinámicas más interesantes que describen es la objetivización de las identidades, con dos vertientes. Por un lado, la "realización expansiva": la Red se contempla como un medio de alcance global para reafirmar lo que uno cree que realmente es. Por otro, Internet desarrolla el "potencial expansivo", esto es, abre perspectivas sobre lo que uno quiere ser. Otra dinámica que experimentan los usuarios de Internet radica en su posicionamiento "en redes que trascienden su localización inmediata, situándolos en flujos más amplios de recursos culturales, políticos y económicos".
PROCESOS DE IDENTIFICACIÓN
Según Baumann (2004), la construcción social de la identidad puede reducirse a tres estructuras que determinan la diferencia nosotros/ellos. La segmentación, mediante procesos de fisión y fusión del grupo según el contexto en que el individuo se encuentre; el orientalismo, donde el "otro" se ve como "uno" en un espejo invertido; y el englobamiento, donde una característica superior se adopta como diferenciadora.
Estas estructuras pueden darse de manera simultánea. De mi exploración sobre el concepto de "nómadas digitales" deduzco un discurso de identidad por oposición y orientalista: el otro, ubicado en el pasado/presente, era/es el "trabajador de 9 a 5" atado a una ubicación geográfica. En cierto modo, el nómada se ve en un presente/futuro, como una avanzadilla de la fuerza laboral, un productor que ha tomado las riendas de su destino y al que seguirán muchos más en el futuro. Algunos ya lo han conseguido; otros lo desean o están en el proceso.
Por otra parte, la identidad se materializa en la cultura. En este sentido, los objetos producidos digitalmente son también prácticas de representación (Stuart, 1997) entendidas como "la encarnación de conceptos, ideas y emociones en una forma simbólica que puede ser transmitida e interpretada significativamente". Un perfil de Facebook o Twitter, las entradas de un blog, la codificación de un programa y el diseño de su interfaz, o la aplicación de recursos tecnológicos creados y debatidos con otros usuarios, todo ello va produciendo identidades públicas que alcanzan a definir al grupo. Como indica Lasén (2012) en referencia a la práctica de las autofotos, entre los usuarios de Internet nos encontramos con:
"una configuración cultural, social y personal de las tecnologías, pero también, recíprocamente, las personas, sus cuerpos y sus relaciones se ven transfiguradas por los usos y mediaciones tecnológicos, a través de esta agencia compartida entre personas y máquinas" (2012: 5)
Igualmente a nivel simbólico, ciertos elementos externos materializan físicamente al llamado "nómada digital". El ordenador MacBook, la mochila específica para portar dispositivos, el atuendo ligero de alta calidad, aparecen como objetos de uso común entre muchos agentes. No obstante, la mera presencia de estos recursos puede conducir a estereotipos fallidos sobre las personas. Es el uso y el significado que le dan lo que define su identificación con esa categoría.
Extracto de trabajo realizado en la UNED en 2015, dentro de la asignatura "Antropología Visual y nuevas tecnologías en Etnografía orientadas al estudio de procesos y prácticas urbanas"
Bibliografía
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Baumann, G. (2004). Gramáticas de identidad/alteridad: un enfoque estructural. Textos de Antropología Contemporánea. UNED.
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